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Foto del escritorJesus Eduardo Quintero Melecio

Bosque neuronal


La mente, un denso y extenso bosque lluvioso, mareas de montañas la tejen, encerrada en un ciclo de humedad y aridez, enredada en la serenidad de los ojos de sus venados pero misteriosa en sus nubes que se pasean por las puntas de sus montañas, andar por ahy provoca en tus entrañas un pesado misterio. 


     Muy a lo lejos, brindándole todas las energías de tus percepciones, entre los arboles y arbustos, mas allá de hasta donde tu vista logra penetrar entre los cerros del horizonte, en el atmosférico y lejano canto de un ave invisible logras sentir las palabras de una entidad que grita por ser encontrada y descifrada, algo que no sabes si esta en tu cabeza o vuela allá afuera.


     Caminando sin sentido, en este mar de ideas que no han pisado tu mente, en este paisaje parece no existir ni el principio ni el final, es la extensa y espesa marea de una búsqueda interminable que desconoce su mismo propósito.


     El vapor fresco levita, envuelve a los agaves y encinos entre los que te encuentras,  el vapor se sumerge en la falda de los cerros, se sumerge en tu piel y vuelas junto con él carente de masa. Agua hace sudar a los arboles y el sol se asoma a la atmósfera un rato.

    

Un ciclo que durante millones de años ha estado inalterado, un ciclo que no me ha permitido llegar a ningún lado, nada se mueve de su sitio, todo es la quietud del salir y sumergir de la luz del día y la noche. Por más que camino o corro, subo y bajo, un mapa no me logro visualizar, no recuerdo donde estuve ni el sendero que he tomado. En cuanto creo llegar a la peña, donde creo que habitan las razones de los días de travesía, sobre esta, de nuevo, pero en tan solo un golpe visual, al percatarme del infinito páramo en medio del cual me presento, recae en mi de nuevo esa sensación de no estar en ningún lado, otra vez, recorro, veo, observo, pienso, pero no soy capaz de suponer bases para esta maníaca manera de andar.


    He recorrido completamente solo, durante millones de años, sin hacer otra cosa que moverme por este verde/oscuro bosque tropical, pero aun las piernas no me han llevado a ningún lado. El sonido de mis pasos, que ya me aturde, junto con la pacifica llovizna, al ver los sombreros de algodón de las montañas me recuerdan que aun que he recorrido extensas millas en miles de pasos de este espacio/tiempo aun no me he movido del mismo lugar desde que nací.


     Subo y bajo cerros y valles, el paisaje sigue igual. Y no se cual es el impulso de seguir deambulando, no me veo en esperanza, algo mas allá de lo que logro ver, aun mas lejos de las montañas, una percepción insensible me obliga a seguir caminando. Es difícil recorrer y comprender esto, la naturaleza de nosotros mismos, los rincones mas inexplorados e inexplicables de tu mente, algo que crees sentir pero que no vez una manera de manifestarlo fácilmente. La mente es como un enorme páramo difícil de encontrarle un orden y exactitud en sus estructuras y finalidades de cada uno de tus pensamientos………..

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