El camina sin saber en donde poner los ojos, sus sentidos no son suficientes para explorar todas las sensaciones que ofrece el sitio, el paraje parece no tener ningún propósito, solo se le ofrece al degustador, pero todo esto, de aquí para allá y de allá hasta acá, que sentido parece tener este enorme páramo, no parece tener ni principio ni final, parece existir la configuración terrestre de la nuestras dudas filosóficas de la vida.
El interés extraño de los hombres por entender la vida y sus patrones lo acompaña desde su muy temprana evolución, desde que en los primates sin pelo comenzó a quien sabe que pasar en su cabeza, que desarrollaron diferentes capacidades neuronales que les permitieron entender cada vez mas la naturaleza del universo, el hombre a estado interpretando siempre lo que le rodea, haciendo su mayor esfuerzo para ponerlo todo bajo el marco de su lógica. Cada uno de los eventos naturales que vemos no puede estar fuera de nuestra perspectiva, ese es el mundo que tenemos, quizás existan otros aquí mismo. Pero desde que los nómadas de aquellos días ajenos a este milenio y al pasados, en su lucha por la existencia, se dieron cuenta de lo que les rodeaba, de lo que tenían en las manos, fue el absoluto momento en el que en el hombre surge la cuestión, el preguntarse cual es la explicación del origen de todo, es ahí se calumnia el resultado de milenios de evolución. Ellos comienzan a emplear lo que les rodea en su beneficio.
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